Cheescake
(Imagen tomada del Face de Takano Prince)
Cap. I:
Introducción a la “Dulce” curiosidad…
—Si
los dulces son malos…— Murmuro un
chico extremadamente tierno con
apariencia de un niño de 8 años, quizás. Su cabello castaño muy claro, era liso
con partes onduladas, el viento mañanero se encargaba de jugar con algunos
mechones moderadamente “rebeldes” que llegaban a la altura de su cuello,
también habían escasas hebras que le tocaban ligeramente sus hombros… su rostro
expresaba confusión entremezclado con tristeza.
El paisaje, las casas, el clima y la
vegetación parecían acogedores…
Ya nuestro pequeño sabía dónde quedaba
su institución.
Cuando tu mundo, o quizás el sistema
de tu vida cambia de una manera drástica se puede llegar a sentir la extraña
sensación del desencaje, independientemente de lo que haya sido tu vida antes
del dichoso cambio…
Anaco, una pequeña ciudad algo
tranquila, algo bonita y definitivamente era especial, aunque para el chico de
1 50cm de alto, tal lugar no era especial… aún no lo era…
Mientras, el solo miraba con sus dos
ojos de miel un negro morral entre sus manos, con una chapa de balón de futbol
que decía: ¡Puedo ganar!
Iba a un liceo, obvio que no era una
escuela primaria, su uniforme lo decía claramente, pero esto era ver para
creer…
¿Era su camisa roja cual una dulce y
brillante manzana infantil?
No, de hecho la camisa roja, amarilla
u otro característico color de kínder, significa que estas en el jardín de
niños y nuestro joven, no portaba una similar…
¿Era blanca cual las escasas nubes que
se ven en el cielo de semana santa?
No, tampoco era blanca, la cual
significa; uniforme de primaria los alumnos de 1ero a 6to grado…
¿Tal vez es azul cual cielo?
Error, tampoco era azul, la cual
representa el vuelo y la caída para muchos estudiantes del 7mo al 9no grado de
secundaria…
¿Beige cual aristócrata sin sal?
¡Afirmativo! Nuestro niño, el futuro sueño de muchas y en secreto, el sueño de
muchos, portaba esta camisa… 5to año para ser exactos, si así es, de allí el
dicho de que no juzguen un libro por la portada, razonable ya que cara vemos,
corazones no sabemos.
Alessandro era nuevo en la ciudad y
nuevo en el liceo, ya que había recibido a partir del 6to grado clases
particulares, lo malo era que hasta ahora veía compañeros y más, personas de
diferentes modos de ser y de pensar, no obstante “miedo”, él no tenía ni una
pizca de eso, ya que su querida madre con porte entre japonés y venezolana, la
cual no era tan alta como su padre, notablemente alto (1 90 cm).
Ella le había puesto desde los 6 años
en clases de defensa personal…
Según su madre: “Nadie va a someter a
mi celito”.
Sin mencionar natación…
Según su madre: “Mi bebe no se va
ahogar así de fácil”.
Clases de inglés y japonés…
Según ella: “Mi hijo debe hablar
perfectamente al menos el idioma universal y el idioma de sus raíces”…
Aunque el nene tenía una escasa altura,
Ale era realmente adorable y capaz, pero si lo molestaban el tranquilamente se
podía cuidar…
¿De dónde saco su astucia física y de
dónde saco su expresión tierna? Pues, al parecer su madre tuvo mucha más
“fuerza” que su padre al momento de engendrar a su pequeño al menos en la
apariencia…
“Unidad
Educativa Génesis Anaco” Así decía un cuadrado y blanco cartel con el
escudo y con el nombre de aquella estructura simple…
“A
veces me siento como un alíen, todos me miran… por eso no salgo mucho de casa…
antes de llegar aquí en la mañana, mi madre me dijo que no comiera tantos
dulces, que ya estaba bien, pero ¿los dulces son malos? Cómo pueden serlo, si
ellos son la razón de mi felicidad a pesar que mi tutora me decía que era solo
y moriría sin un amigo… realmente me dolió ese día, el último día de clases con
ella”
-Recuerdo-
—¡Alessandro
Quirós! a pesar que eres tan inteligente nunca lograras tener amigos de verdad— Con
burla dijo lo último la pelirroja alta, ojinegra de piel pálida, la cual con su
taconeo perfeccionista se dirigía a su alumno desde el otro lado del salón de
paredes amarillas, con grandes ventanales hacia las verdes y cobrizas montañas
andinas… en el cuadro se podía notar un pupitre blanco y un escritorio al
frente, donde lo demás eran estantes de madera, llenos de libros…
—¡Yo
tengo a Cheescake, es mi amigo!— El pequeño castaño oscuro empotro su delicado rostro
en la mesa de su asiento con los pies muy juntos y los brazos alrededor de su
cabeza, su suéter verde cual árbol navideño, llevaba una mancha café en una de
sus mangas que se dejaba notar perfectamente.
—Hablas
de ese peluche negro y sucio… ¡Jo! Tienes mucho valor, aun sabiendo que solo es
un amigo “imaginario”… mírate, tan grande y con manchas de chocolate en tu
ropa… eres un retrasado mental, jamás tendrás ni siquiera una novia o algo que
se le parezca— Las últimas oraciones no las dijo en
forma divertida, lo contrario, se lo dijo en un claro tono puntiagudo e
hiriente…
—Yo…
Y-yo — Ese tono malo se dejó sentir en el solitario
corazón del dulce pequeño, mediante latidos dolorosos y penetrantes…
—Tu…
¿Qué?—
Bufo llevándose la
mano izquierda hacia su flequillo corto la vestida con camisa blanca elegante y
falda recta azul cual mar nochizo, en señal de triunfo, quizás de venganza…
—
Ni así…—
Las manos del menor
al lado de su cabeza se empuñaron fuertemente como sosteniendo su ¿miedo?, no,
su rabia contra esa extraña mujer a la que realmente no odiaba…
—No
Dejare que me toques, no me gustas… solo eres mi tutora de clases…—Su
tono no varió de intensidad, más bien se expresó amablemente, con su típico
sonido infantil y dulce pero para nada exagerado…
Solo se escuchó cómo caía de rodillas
la dichosa tutora, Sarah, quien luego cubrió sus ojos y comenzaba a sollozar,
dejando caer al suelo lágrimas de amor no correspondido… doloroso, detrás de
cada reacción hay una razón y detrás de cada forma de ser hay un porqué.
-Fin del recuerdo-
Está bien, ahora el caminante pensador
de dulces ya se encontraba al frente del gran portón amarillo claro, el cual
estaba cerrado pero si podía ver un camino de asfalto hacia dentro y del lado
izquierdo, estaban los paredones donde había dibujos; como colibrís, la bandera
tricolor, iguanas y más.
Había una pequeña puerta un poco más
allá que no se distinguía porque estaba colapsado, tanto de azulejos como de
espumas lates, si esas camisas mareaban y daban vueltas en la mente del
pequeño...
Espero pacientemente a que se despejara
la entrada y luego entro él, bajo por la acera al otro lado de la puerta y
miro hacia su derecha, se sorprendió un
poco ya que eran las rejas amarillas casi en tono beige, era un aula con techo
de jaula de pájaro, era nuevo, corriente pero realmente sorprendente para él.
Él siguió hacia adentro por el camino
del asfalto, parecía, no, era una carretera… al fondo se veía tres arboles
alrededor de una especie de fuente sin agua, los cuales el más pegado a una de
las aulas era de mango, había unos cuantos alumnos sentados allí, se veían
felices, sus risas escandalosas todo el mundo lo podía escuchar. Al llegar a la
esquina vio que todo era algo como una caja de sorpresa, de esas de colores que
traen dulces al azar, las cuales él amaba, a su frente un alto y grueso árbol
que no tenía muchas hojas pero aun así era muy lindo y descendían de él flores
disimuladas de rojo intenso y en el dobles amarillo, mientras que el viento
era…
—Acogedor— Musito mirando hacia arriba…
“Tengo
que sentarme para ver mi horario… Cheescake. Que mal que haya dejado a
Cheescake, quiero abrazarte en estos momentos…”
…¡BLOMP!!!...
—¡Ten
cuidado mocoso!!!— Una chica
alta blanca y de rulos oscuros muy largos se había tropezado contra él, obvio… ¿Quién
era que estaba en el suelo?, pues exacto, esa chica odiosa se encontraba en el
suelo, la quedo mirando pacíficamente y hasta ligeramente esta se sonrojo.
—-Lo siento— Alessandro lo dijo muy amable, extendiendo su mano
para ayudarla y esta la acepto…
—E-eres…
Muy lindo—
Ale estaba
concentrado, pero era en los chicles de canela que se le habían caído a la
chica al suelo, así que se agacho y los recogió… luego subió su mirada hacia la
chica perpleja, quizás… enamorada…
—Me
darías uno —
El de ojos miel se
sonrojo mirando los dulce que extendía hacia ella… ya era mucho tiempo que no
probaba chicles de canela.
—¡Claro!!! Te los regalo— Ella
sonrió ladeando su rostro con cara de fangirl.
—Gracias— Agradeció el pequeño, vio derecho y
estaba la cancha de la institución ¡Genial! se sentaría allí para ver su
horario…
—Soy…
Soy Nicole — Medio levanto su voz para que el niño la oyera…
—¡Oh!
Soy Alessandro y nuevo en la escuela. ¿Eres de 5to?— La camisa de la chica era marrón así
que quizás fuera de quinto año, igual que él, pensó…
—
Sí, soy de quinto “A” — El viento
se tornó un poco más fuerte y movió mágicamente sus cabelleras, no obstante el
pequeño, solo quería ir a clases, que el día pasara rápido, ya que quería ver a
su amigo de peluche…
—Que
mal — La expresión del “menor” se tiño de un
matiz triste, nostálgico…
—Estoy
en quinto “D”— Soltó, infantilmente
destapando los chicles, miro a la morena llevándose a la boca; de cinco
bolitas, tres…
—¡Nicole!!!
Vamos…—
Un grupo de chicas
tan altas como ella, una rubia algo robusta, una castaña rellenita, una rojiza con
físico atlético y otra de color con cuerpo de top model, la llamaban desde lo
alto de al parecer una ¿plaza?…
—¡Nos
vemos Nicole!— La
sonrisa de Alessandro de lado hizo que la chica se ruborizara aún más, es decir
¿Qué chico podría ser tan lindo como él y a su vez estudiar quinto?
“Uno,
dos… Tres bancos amarillos a un costado de la cancha son muy provechosos...”
Su expresión no podía ser más besable,
si muchos no sabían, pero eso se llama complejo Lolicon… Sin más, el chico
camino hasta llegar a la cancha.
Se sentó y suspiro… saco su libreta
negra ignorando los murmullo que decían los alumnos del gran árbol hacia unos
pasos más adelantico… aun así, la cancha estaba desierta.
“A
ver…” Saco una hoja tamaño carta con cuadros de horario… “5to D, Lunes…” Su
dedo índice derecho seguía la línea… “Lunes,
7:45 am… Física, aula… ¿Huhg? Número 13”, chequeo su verde reloj y como
velozmente guardo su libreta, partió a paso apurado.
Siguió camino donde había especie de
un auditorio y al lado la biblioteca… no tenían números así que camino más,
notando que seguía la cantina; pasteles de carne y guisos junto con muchos
recipientes de cristales con dulces alegres lo llamaban, se detuvo un instante
pero luego sacudió su cabeza, primero eran las clases… en la misma vereda que
iba encontró al salón catorce, observo hacia su derecha y se le era frustrante
no ver más salones pero de igual siguió caminando hasta que Nicole se poso
delante de él con una sonrisa de oreja a oreja y se inclinó hasta su rostro.
—¿Qué
buscas lindo?— Pregunto
con evidente ganas de ayudarlo (besarlo), se veía tan tierno perdido…
— El
aula trece y estoy desubicado — Suspiro triste, las acompañantes de la pelo de rulos
largos comenzaron a aclamar un tanto bajo lo lindo que era el nuevo amigo de
Nicole.
—Queda
arriba ¡yo te llevo!— Alzo
su dedo índice iluminando su rostro de extrema alegría.
—¿Pero
tú no tienes clases? No quiero molestar— Retrocedió abatido el pequeño.
—No
te preocupes, tengo deportes y el profesor no vendrá sino hasta la otra semana — Se alivió al escuchar a la chica…
— Ok…— Acepto el castaño empuñando sus manos
en alto, infantilmente…
Siguieron el mismo camino hasta entrar
en la sala de principal, muy pequeña por cierto, cruzaron y justo había unas
escaleras de granito, subieron alrededor como veinticinco escalones. Cuando la
chica noto que Ale miraba hacia ambos lados, lo tomo de la mano y lo guio hasta
el pasillo derecho, que estaba desierto, el toque del niño en su mano se le era
demasiado suave… al llegar al último salón a la izquierda ella lo soltó… con pesar.
— Aquí
es… ¡Gracias Nicole!— Ale trazo una sonrisa agradecida…
— De
nada… Ale… Yo, me preguntaba — La chica se veía un poco nerviosa, pero
el “menor” era muy hiperactivo.
—¿Qué?— El niño miel inclino su cabeza en
clara señal de curiosidad.
—¿Tienes
celular?—
Pregunto ella,
girando su cabeza para no mirarlo a los ojos.
—Claro,
quieres que te de mi numero…—
—Si
¡por favor!— Grito
ella, ocasionando que el Ale diera un sobresalto.
—Ok…
cero, cuatro… — Mientras
ella sacaba su celular y atentamente marcaba lo que su nuevo “amigo”, para
ella, le dictaba…
La chica salió caminando a paso rápido
súper emocionada, mientras Ale se giro y quedo frente a la puerta con
rectángulo de vidrio, había muchos chicos…
…CRASH… Sonó la puerta al abrir la
puerta…
A su izquierda estaba un profesor
mofletudo, blanco y cabellos cortos de castaños oscuro, se levanto haciéndole
una seña para que pasara, pero esperen, habían muchos chicos y chicas quienes
miraban al pequeño con ternura, otros con lujuria y otros con desdén… no
importo porque el pequeño fue directo a un asiento, al final de la primera fila
sin mirar a nadie… Al acomodarse en el pupitre recordó que aun llevaba el
chicle, perdió la mirada y recordó aquellas palabras…
(Según su madre: “Nada de dulces
jovencito y no andes mascando chicles, porque te pueden sacar de clase, por eso
ahora ve y se un buen estudiante”)
—Ok— Suspiro y musito muy bajo.
Miro hacia su lado y solo estaban unos
muchachos, altos… El no lo era y eso, aunque él no quisiera siempre lo
recordaba aunque le restara máxima importancia, aquellos chicos estaban
tecleando sus teléfonos celulares. Justo un chico atlético con cabellos cortos,
negros y lisos lo observo con sus ojos oscuros mientras apoyaba su lápiz en su
quijada… este le sonrió cálidamente por fin y coloco la vista al frente.
Alessandro aprovecho y abrió su
cuaderno, se saco el chicle de la boca y lo puso al final de las hojas doblándola
y así “desasiéndose” de la evidencia…
-Bueno
creo que están todos, así que comenzare con la clase de física III…- Su voz
gruesa se distinguía ebria, podría ser que ese profesor no estaba bueno y sano…
…!CRASH!!!... La puerta se abrió
violentamente…
Hasta el pequeño se removió nervioso en
su asiento…
—¡Disculpe!!!— Aquel chico sudado y un poco
desalineado respiraba ferozmente, según Ale; podría ser que se le había hecho
realmente tarde, quizás hasta se quedo dormido…
—¿Puedo
pasar?—
Dijo aquel chico, a
Ale se le hizo graciosa la pregunta y dibujo una sonrisa de diversión en su
rostro disimuladamente, porque el que acababa de llegar ya estaba dentro, de
hecho estaba frente al escritorio del profesor… Obvio, ya estaba dentro.
—Pasa
muchacho—
El profesor le
extendió una sonrisa, sorpresa para el niño castaño claro…
El sudado y alto chico se giro en
busca de un asiento, era atractivo, de hecho se oían los saludos de chicas interesadas
en su voz… sus cabellos eran ligeramente lisos y ondulados de un castaño sobrio
intenso los cuales le acariciaban su mejilla derecha y un poco su nuca, incluso
su flequillo tapaba un poco su visión…
Entre tanto iba dando pasos naturales hacia
donde estaba ese chico de sonrisa cálida llamado, por cierto; José Luis. Dos
gotas traviesas bajaban del cuello del buscador de asiento, para esconderse
entre su pecho que estaba un poco descubierto, los botones estaban algo
maltratados, si… al parecer era muy poco sensible al tratar su ropa… su torso,
a pesar que la camisa beige era un tanto holgada se le podía notar sus más o
menos trabajados pectorales y ni hablar de sus brazos con medida perfecta.
—¡Hermano!— El pelinegro y él un tanto acalorado
chico se saludaron de manos con maromas muy genialmente…
—Dominic
yo pensé que hoy no ibas a venir…— El
mencionado hizo un ademán con la mano restándole completamente la importancia
al asunto…
—Quiero
graduarme este año…— Bufo
sin ganas pero con ese brillo de lobo relajado…
Dominic, como lo llamaba José Luis se sentó detrás del pequeño del
salón, desde alli, sea por el gran pupitre o lo que sea, por alguna razón tenía
un ángulo perfecto inconsciente y desinteresado de Ale.
Ale no le prestó mucha atención ya que
su lápiz amarillo prácticamente se movía solo dibujando a un Cheescake con brazos
negros de felpa abiertos.
—Cheescake…— Suspiro el pequeño…
“¿Sera
que es un niño prodigio? ¿Un niño genio? Es muy pequeño para estar en quinto
año de ciencias…”
Eso se preguntaba sin afán el castaño ojos verdes…
.
.
.
Largo día, Alessandro fue el último
que se quedó de último en el salón… Pero se percató de que él no era el único pero
de igual mientras metía con pereza su libreta oyó un rugir muy fuerte así que
volteo hacia donde venía aquel ¿ronquido? Así era, era el chico de antes. Estaba con las manos y
la cabeza postrada a la mesa del pupitre. Parecía profundamente dormido pero
eso a él no le interesaba así que se llevó su bolso al hombro reduciendo cinta
negra ya que le quedaba un poco bajo aquel contenedor…
—Con
que aun duerme el muy flojo…— Con una risita contagiosa hablo José Luis, quien
estaba recostado del marco de la puerta…
El pequeño miro una vez a ese chico
que aunque se viera desalineado con su imagen era muy tranquilo…
“Quizás
sea uno de esos chicos populares de los anime”… Regreso su mirada al
pelinegro, le sonrió con aquella risa contagiosa de antes y siguió hacia la
puerta.
El reloj verde marcaban las; 11:30 am,
si se apresuraba llegaría a casa a las; 11: 40…
.
.
.
-¡Cheescake!!!-
Grito Alessadro contento detrás de las rejas negras de su casa con llaves en
mano, era un quinta estilo residencia, se oyó un chillido tras un golpe,
producto del abrir y cerrar del portón de afuera… El chico corrió con las
llaves en las manos en alto con esa sonrisa excepcional…
Al percatarse de Franchesco que se
dirigía a la pequeña piscina de al lado, cerró sus ojos con amplia risa,
saludando al pelo negro cual cuervo de ojos marrones muy claros y cuerpo blanco
fornido, quizás veinticinco años de edad tenía el servicial muchacho…
—¿Cómo
le fue hoy señor?— Si, nada
de tuteos, ya que era su guardaespaldas de hace tres años, no era por nada del
otro mundo, solo que los señores Leto estaban enterados de que no estaban todo
el tiempo con su hijo y no querían que le pasara nada al no estar ellos cerca.
El pequeño subió como manada de
hipopótamos las escaleras de madera clara brillante, al llegar al piso giro
hacia su derecha y esa puerta era su cuarto…
…CLICK… Tiro de la puerta
encontrándose a ese conejo de felpa negro con corbata de lunares y ojos de
botones rojos esperándole, tiro su bolso hacia algún lado y se lanzó a la cama
abrazando al conejo sin vida…
—Vamos
a la cocina, tengo hambre y de seguro mama no cocinara… Me dijo que no
contrataría cocinera porque hay que recortar presupuesto o algo así…— Sentencio el de baja estatura
quitándose la camisa del liceo y colocándola en el perchero tras la puerta, se
colocó el suéter de algodón verde, pero antes de dejarlo caer a su espalda se
notó su fina pero nada exagerada cintura, se quitó el pantalón azul y se colocó
un short negro, tomo de un brazo al peluche y salió directo a la cocina, bajando
las escaleras de esa solitaria casa… al llegar poso al conejo en la barra y se
acercó al refrigerador, tenía un papel blanco con algo escrito:
-Nota-
Cielito todavía no me aprendo tú celular, pero te digo que voy a estar
fuera una semana, tú sabes trabajo y tu padre también estará fuera por un par
de días… Aliméntate bien y recapacita con los dulces que ya tienes edad
suficiente, llama si pasa algo.
Te ama papá y mamá
-Fin de nota-
Ale a medida que leía, su semblante se
tornaba melancólico, él, de hecho le gustaba abrazar a su madre y a su padre.
“No es
nada del otro mundo, siempre se van por el trabajo” Se dijo haciéndose el fuerte…
—¿A
ver qué vamos a comer Cheescake?— Sonrió como niño emocionado al comer helado.
—…—
Era obvio que no recibiría contestas pero…
—Sí,
yo también quiero comer comida china… ¡Yummi!— Subió los brazos en y se relamió los labios
.
.
.
Cinco Semanas después…
—¡Buenos
días Alessandro!!!— Se
escuchó muy profundo en los tímpanos del pequeño el saludo que le ofrecía
Nicole justo en el árbol grande con que habían chocado la primera vez de
conocerse…
—¡Hola!!!— Aunque aquella voz lo aturdió le
sonrió muy placenteramente…
—Nicole!!!
La profe llego temprano—
Deja vú aquellas chicas la volvieron a llamar, la morena con sus rulos se
inclinó a la altura del pequeño y le dio un beso media luna… ella se alejó
cuidadosamente muy sonrojada y cuando vio la risa traviesa e inocente en el
rostro de Ale, su corazón comenzó a latir como batería metalera.
—Pensé
de todo, menos de que eras una pedófila…— Esa voz sin ánimos pero realmente varonil hablaba,
Dominc se encontraba hacia un lado de ambos con su morral gris al hombro…
—¿Pedófila?— Parpadeo confundido el más pequeño del
lugar…
—Si— El mayor se dirigió al niño. Sus
miradas se encontraron, una miel y el otro pasto…
“Me
gustaría tener un hermano mayor como él, quisiera… Tan solo…” Pensó Ale
entristeciendo sin culpa sus ojitos…
“Es…
muy lindo… creo ¿Sera que le doy miedo?” Musito en su mente Dominic… aparto
la mirada rápidamente, no quería hacerle nada que incomodara o entristeciera al
pequeño ¿Por qué? Él no lo sabía, y por ahora no le interesaba saberlo…
—Es
que… es un niño para ti Nicole…-— Sentencio sin ganas…
—-¡No!
A ver… ¿Cuántos años tienes Alessandro?— Su mirada castaña se posó en el menor y este se dio cuenta
de que lo confundían con un niñato…
—Tengo
dieciséis…—
Susurro con
estabilidad y dulzor al hablar…
—-¡Nicole!!!— Otra vez las chicas desde el mural de
la plaza la llamaban…
—¡Ya
voy!!!—
Grito ella… saliendo
de en medio de los dos chicos.
—¿Cuántos
años tienes tú?— Pregunto
Ale inclinado su cabeza, con el viento jugando en sus cabellos castaños claros
acciones que lo hacían ver demasiado lindo…
—Tengo
dieciocho…—
Respondió el mayor
con seriedad…
—Ok…— Por alguna razón el de los ojos miel había
seguido caminando adelante con algo de ¿tristeza?...
—¿A
dónde vas?—
Se aventuró a
indagarle el chico anémico…
-A
clases…- Se giró y allí estaba una sonrisa verdaderamente infantil,
viéndolo bien, su camisa le quedaba un tanto suelta…
—Ven
con nosotros, vamos a jugar baloncesto—
Apareció el chico de mirada y risa cálida apoyando su brazo del alto Dominic
quien levanto una ceja algo fuera de sí…
—La
profesora de dibujo técnico no vendrá, es mi vecina y me lo dijo…— Aclaro.
Sin duda José Luis era una persona
atenta con el pequeño y como Dominic era tan sin ánimos, Ale pensó que sería
mejor hacer a José Luis su hermano mayor…
—Solo
quiero ver —
Trazo una risa de
aniñada…
—Que
¿No sabes jugar baloncesto?— Abrió los
ojos el pelinegro, sorprendido…
—No,
de hecho el único juego que se es fútbol…-— Bajo su
mirada, algo avergonzado…
—No
hay porque ponerse triste yo te enseño— Ofreció José Luis, feliz como
lombriz…
— Ok—
Canto el menor muy feliz de su idea…
Ambos altos se miraron, una mirada con desdén y la
otra muy alegre…
.
.
.
Y así ya había transcurrido casi
cuarenta minutos…
—No,
ven apoya de esta manera los pies y lánzala…— El ojinegro apoyaba sus manos “ingenuamente” en la
cintura del castaño claro, quien estaba con expresión de confusión absoluta… su
entrecejo decía que necesitaba preguntar algo.
—¡Awwww!!!— Se oyeron los gritos estilo fangirl de
unas chicas de 8vo, 9no grado y cuarto
año que se hallaban en los bancos, afuera de la cancha, a ellas se le
hacía tan lindo ver que el lindo y popular de José Luis ayudara tan
“apasionadamente” a un niño tan lindo como Alessandro, el nuevo.
Al notar estas acciones, Dominic alzo
una ceja con inverosimilitud y algo de molestia, es decir; era ridículo lo que
estaba haciendo su amigo con el nuevo, ya de por sí es muy bajito y el
baloncesto, pues ni al caso. Eso era más o menos lo que pensaba el de ojos
verdes oscuros…
—Si
no salto ¿Cómo quieres que enceste? Esto es una pérdida de tiempo… — El niño se lamentó muy a su pesar con
voz baja…
El ojos negros lo
medio giro de su cintura y se inclino más a su altura, nariz a nariz, gesto que
hizo que Dominic por primera vez abriera sus ojos como dos platos de espagueti
sorprendido… y no era porque era un mal pensado, si no que era algo que se
miraba, que se sobreentendía…
—Vas
a usar son tus brazos… no tus piernas, acuérdate que esto no es futbol— Se alejó del menor, sorprendiéndolo un
poco ya que entendió a la perfección lo que José Luis le decía.
—¡Claro!!!
Voy a usar mis manos, no mis piernas— Hablo emocionado cual niñato de kínder al comer la
merienda…
—¡Awwww!!!— Si, mas gritos de las chica
embelesadas…
Alessandro con maniobra lanzo el balón
con ayuda del agarre del pelinegro… ¡Logro encestar!!!
—Me
largo… —
Sentencio el mayor
dando media vuelta, rumbo hacia afuera…
—¿Porque
te vas?—
Pregunto Ale con
claro tono de niño impredecible, esas palabras detuvieron en seco a Dominic, no
obstante…
—Porque
no quiero seguir estando al lado de tantas payasadas— Dijo cortante… desvió su mirada
siguiendo su camino hasta perderse en el pequeño mar de chicos y chicas que
habían saliendo de la cancha…
—No
te pongas así…— Le sonrió
su amigo…
—N-no
le agrado—
Era algo que hasta
Ale se preguntaba, ¿por qué no quería que Dominic se fuera? Bueno, para ser
sinceros, él quería andar de amigo con ese chico anémico, porque se le hacía
muy relajado y cómodo también… además que en todas las semanas que llevaba de
clases, él nunca se le había podido acercar, era el único porque los demás les
hablaban muy amigablemente.
—Si
es así, entonces nadie le agrada, él siempre es así… de hecho perdió el año
porque a mediados de lapsos se fue a trabajar solo porque le aburría el liceo,
según él— Explico
José Luis mirando desde arriba al pequeño…
Ale sonrió “conforme”… Aunque inexplicablemente
esa ilustración hacía crecer algo cosquilludo por dentro del ojimiel hacia
Dominic, algo llamado: Curiosidad.
Jajjajajaja esta genial ahora seguire con el dos XD no se me quita eso de jose luis feliz como lombriz, jajajaj me dio mucha risa XDDD
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