Cheescake
Cap. II:
Introducción “picante” al capricho…
—Esa es
la clase de hoy ya vamos a mitad del segundo lapso así que por favor pongan
esfuerzo para levantar esas notas— Sonrió el profesor de física de camisa
amarilla que iluminaba de forma extravagante aquel salón…
Mientras Ale como siempre se quedaba de casi de
último, ya que:
1, No le gustaba quedar atorado en el bulto de alumnos
en la puerta.
2, Le gustaba la presencia de Dominic, y más que era
miércoles y física era a última hora y el antes el mencionado se disponía a
dormir tranquilamente…
—¡Qué bien que no se hayan ido muchachos!—
Hablo fuerte el profesor una vez que solo estaban en el salón un sonriente José
Luis, un dormilón Dominic y un retraído pensador de tarta de coco Ale…
—¡Dominic!!!— El mayor grito fuerte y
claro haciendo que el citado diera un respingo en su asiento, despertándose
bruscamente.
—Que bien, en fin, quería hablar con los dos,
José Luis ¿puedes salir un momento por favor…?—El pelinegro asintió y
partió del lugar algo preocupado por sus amigos, más que todo ¿Qué malcriadez
haría esta vez Dominic?
—¿Qué pasa Profesor?— Gruño sin vergüenza
el castaño oscuro, mientras el profesor le sonrió como entendiéndolo, al fin,
él también había sido un estudiante un día…
—Señor Díaz ¿está consciente de su situación
o no?— Le hablo el mayor…
—Si…— Musito abatido el de ojos verdes.
—Bueno, aquí tengo frente a mí, a mi peor
alumno y a mi mejor alumno de lo que va de año escolar ¿Quirós?— Pregunto
alto el profesor llamando la atención de Alessandro.
—¿Qué?— Inclino su cabeza de un lado y
abrió los ojos caramelos infantilmente demostrando clara ignorancia.
—¿Tendrías algún inconveniente con ser el
tutor de Dominic?— Pregunto el profesor.
“Perfecto…”
Si, esa vocecita era Ale…
—Aunque si quieres pedirle algo a cambio,
estás en tu derecho— Rio el profesor viendo como Dominic miraba al pequeño
con el entrecejo arrugado…
—P-pues, a mí no me salen los cheescake, así
que quiero uno— Soltó el más pequeño mirando como el profesor parecía
divertido con la situación y Dominic solo estaba alli, confuso…
—Está bien… José Luis no debió decir nada de
que yo sabía preparar postres…— Musito lo último muy bajo, terciándose el
morral en su hombro el chico más alto…
Por otro lado, la extraña curiosidad que tenía Ale por
ese chico ¿apático?, pues quizás era así solo porque se había enterado que
Dominic tenía un raro don para preparar ricos postres… ¿O había algo más…?
Pues, él quería averiguarlo como fuese.
.
.
.
—Por eso te dan esos datos; es decir “T” y
“g”…— El ojimiel convencido de la lógica que tenía un ejercicio de física
miraba con incredibilidad a Dominic. Ya de por si era un verdadero milagro que
viera sacado notas regulares las últimas semanas en física.
El salón se encontraba vacío y a esta hora, 1:30 pm, no
hay nadie a la vista…
—Ok, pero esa raíz… y recuerda que justo este
número quedara como variable porque su resultado puede variar y esta será tu
constante porque obvio que su cantidad no cambiara— Los ojos verdes del
castaño oscuro daban ademán de fastidio. Odiaba física.
—Siempre estará allí, así es más fácil
despejar y ya te he enseñado a como despejar más fácil— Sonrió el niño al
decir esto, no obstante ese niño no tenía tanta paciencia, solo quería pasar más
tiempo con él… si, estar un poco más cerca, más cerca.
.
.
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—Gracias— Ese “gracias” lleno con un eco
al salón solitario, ya los dos chicos iban a salirse, ya Ale había explicado
mucho y al menos el mayor entendía un poco, teniendo noción de los ejercicios
que se le aproximaban…
—P-pues, ayer me dijiste que me pagarías el
cheescake hoy…— Los ojos inocentes del pequeño se abrieron curiosos hacia
el más alto.
—¿Dónde está? — Gruño con un puchero
adorable y a la vez malcriado.
“¿Esto será un
broma?” Dominic estaba seguro que él estaba jugando, jamás había visto tal
faceta viniendo del pequeño…
—Si mocoso, el lunes te lo doy, chao— Iba
caminado cerca del escritorio del profesor, no obstante algo lo detuvo, era una
pequeña mano delicada que sostenía firmemente su camisa marrón…
—Qué dem…—
—¡Me lo prometiste!— Ale grito y a la vez
mantenía su cara baja… Ok, Ya había mencionado que nuestro pequeño ama los
dulces, pues tras su amor hay una gran obsesión así que el error del más alto
fue prometer algo (¡Un dulce!) que se le había olvidado por completo.
—Oye niño, suéltame— Su voz fría de
siempre arremetió contra el ojimiel que mantenía su mirada baja.
—¡Lo quiero ahora!!!— Ordeno el pequeño
levantando su dulce voz con una pizca macabra.
Dominic no quería golpearlo, es decir; era un niño
tierno que lo había ayudado con sus clases, pero la pregunta era ¿Por qué
Dominic no lo empujaba o algo violento como siempre?
Hasta que cayó una gota de agua al suelo…
…!Badoom!!!…
¿Un latido? Abrió sus verdes ojos al
máximo… sin duda el mayor se asusto, aunque no le había hecho nada al pequeño,
no quería hacerle daño ni nada parecido…
—Ven… ¿Si?— Una voz gentil salió del
rebelde aburrido, del chico apático… Eso era una gran sorpresa…
Hasta Ale se sorprendió de haberle escuchado así, pero
no por eso alzo su mirada, el solo asintió con la cabeza. Pudo sentir
claramente como Dominic pasaba sus manos debajo de los brazos hasta cargarlo y
montarlo en el escritorio, pero el niño se rehusaba a mirarlo… El mayor alzo
lentamente su rostro, alzando su barbilla diminuta, Dominic sintió una
corriente recorrer su cuerpo cuando vio al niño con los ojos un poquito
humedecidos y sus mejillas un tanto sonrojadas producto de su irritación…
—Lo quiero ahora, y-yo… A mí me encantan los
postres— Le musito Ale como retándole…
—Lo siento, pero se me olvido, el lunes si te
lo traigo…— Dominic trato de mostrarle lógica al asunto.
—¡No!!!— Enseguida hizo un puchero, se
cruzo los brazos y se giro hacia un lado… adorablemente… besable.
Y sin ser 100% consciente las manos de Dominic que
estaban a un lado de las caderas del ojimiel comenzaron a moverse y se posaron
en la cintura fina del niño…
“No hagas eso,
estúpido” Se reprendió mentalmente el chico mayor. Rápidamente quito las
manos.
—Mañana es viernes y sabes que no hay clase
por la reunión de profesores- Otra vez la voz apática hablaba…—
—¡Ven a mi casa!— Otra vez, con de orden
hablo el pequeño…
—No sé dónde vives— Bufo el mayor
volviéndolo a sujetar por la cintura para bajarlo del escritorio…
—Ven almorzar conmigo y así te muestro donde
vivo…— Sonrió el pequeño con risa infantil y apetecible…
“¿Por qué cambia
tan rápido…? ¿De enojado a feliz?” Era algo demasiado normal preguntarse
aquello, y así lo hacia el castaño oscuro…
—Lo siento, yo me largo mocoso— Se cruzó
de brazos, estaba molesto Dominic…
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—¡Kya!!! Tenemos pizza congelada— El
ojimiel alzaba sus brazos en forma de victoria… Mientras dos ojos verdes
praderas detrás de la barra de madera clara lo miraban con desinterés aunque
con una muestra de fastidio…
“¿Cómo rayos
termine viniendo?” Se amonestó de la manera más aburrida el lindo chico
adolescente…
Mientras Ale con una sonrisa amplia y de dulce
diversión tomo la pizza mediana y la llevo al microondas blanco…
—Quiero presentarte a alguien muy especial—El
pequeño se voltio y se puso de puntillas con las manos atrás de manera picara…
—¿Tu novia?— Resoplo el mayor con ligera
burla. Pero se detuvo cuando vio el tremendo sonrojo en el rostro Loli shota
del menor… trago grueso.
—N-no yo no tengo novia…— Había
curiosidad desde hace mucho, el pequeño quería aprovechar a preguntarle… -¿Y tú?- El niño lo miro aun mas sonrojado
con porte delicioso…
“¿Qué demonios?
¿Por qué me pongo tan nervioso?” El mayor tenía nervios…
—Sí, de hecho se llama Natasha— Instantáneamente
al decir eso, noto que la expresión del niño se volvió triste, quería de alguna
manera animarlo pero ¿Ni él podía hacer eso con el mismo e iba a hacerlo con
alguien más?
—¿La amas?— Esa pregunta logro surcar la boca
del menor hasta salir con intensidad y suspicacia…
—No lo sé… es mi novia, desde luego que debo
quererla— Razonable ¿no?
—Pero no la amas— Afirmo y Sonrió
brillantemente el niño, acción que dejo aturdido al ojos verdes ¿Qué demonios
pasaba?, eso se preguntaba él…
—¡Quiero presentarte a Cheescake! Espera aquí
un momento porfa`— Tan pronto lo dijo, tan pronto salió corriendo… dejando
a un muy confundido Dominic.
Cinco minutos después volvía un alegre sol en sonrisa…
el pequeño con algo oscuro entre manos traía, su conejo Cheescake.
—¿No estaba?— Le hablo desinteresadamente
el mayor al menor.
—¡No!!!— Fue tan divertido ver a Ale
cerrando sus ojos y arrugando su dulce nariz en forma de rampa, agitándose de
un lado al otro que de los labios de Dominic salió una sonrisa de alivio y
gusto…
—¡¿Ves?! Él es Chesscake mi amigo, siempre ha
estado conmigo y… siempre me aconseja, aunque yo no le hago tanto caso, él es
muy especial para mi…— Sonrió con evidente muestra infantil a decir todo
aquello.
Esto, a decir verdad, ¿Presentar a Chesscake? Pues era
un gancho, quizás especie de carnada ¿Quién no nota esas cosas?
—Hola señor Chesscake…— Dijo con el
típico tono indiferente, incluso cuando le presentaban a una persona de verdad,
Dominic respondía muy similar, cosa que a Ale se le hacia magnificó, en
realidad el podría ser su hermano mayor, él y solo él.
Ale coloco al lado del mayor al conejo en la barra,
donde siempre lo colocaba cuando el cocinaba dejándolo en posición que
observara con sus dos botones rojos de ojos lo que sucedía. Cuando terminaron
de comer la pizza y algo de té helado, el pequeño le rogo al más alto que se
quedara viendo una película con él a lo que recibió un rotundo “!No!”. No
obstante…
La tarde transcurrió con un alegre niño ojimiel, un
somnoliento Dominic y un estable conejo de felpa en el sofá gris viendo la
película de Bob Esponja y se oían lo gritos de: -¡Soy un cacahuate!!!- Pero solo de parte del chico más pequeño,
quien se le arrimaba con un poquito de esmero a su fuerte amigo, señor
fastidio. Aunque por dentro, esas “arrimadas” no eran para nada desagradables
para Dominic, eran todo lo contrario.
—Quedamos así… mañana en la tarde te traigo
el bendito cheescake— Resoplo con pereza…
—Dominic… gracias por venir a almorzar
conmigo— En realidad el pequeño estaba feliz ya que siempre comía solo.
—¿Estas triste?— Pregunto el alto,
alzando una ceja con muestra de interrogativa.
—No, estoy muy feliz— Su típica risa
aniñada volvió a cubrir aquel rostro pálido y sonrosado…
—Tranquilo— El mayor revolvió el cabello
del nene y salió por el portón de afuera…
—¿Quién es él?— Pregunto el
guardaespaldas que había salido de algún lugar.
—Es… mi hermano mayor, pero ahora solo somos
amigos— Esa voz inerte provenía del mismísimo pequeño adorable que miraba
atentamente el camino que había recorrido el recién ido.
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Un hermoso jardín con varias mariposas amarillas cual
pequeñas flores flotando en el ambiente, sillas negras de cabillas con dobleces
románticos, una mesa redonda más o menos pequeña como para tomar el té, rellenada
con una tetera pequeña negra con tazas de té rojas cerezas, terrones de azúcar
y ponquecitos con crema chantilly cubiertos, dos de ellos con lluvia de colores
y los otros dos con lluvia de chocolate…
Domingo en la mañana al lado de la casa con vista a la
piscina con rampa solitaria. Estaba en la primera silla un señor Cheescake
sentado bajo una pila de libros de quinto año de ciencias de Alessandro y en la
otra se hallaba un niño ojimiel alegre tomando té de limón y miel vestido con un short de blue
jean ajustado con una camisa algo holgada blanca con un lazo negro simple al
cuello muy elegante, debajo; sus pies muy juntos con converse negros cortes, un
tanto altos, su mano sujetaba la taza de té con el meñique arriba y solo
sonreía con picardía…
—El que se ríe solo, de sus diabluras se
acuerda…— Una voz masculina gruesa y elegante inundo el ambiente… no
obstante el pequeño rio más fuerte, infantilmente llevándose a la boca el
ponquecito lleno de crema con lluvia de colores. Alrededor, no había nadie más
que Alessandro con el señor Cheescake, el pequeño toma una servilleta y se
limpia el alrededor de su boca ya que le había quedado crema.
—Soy solo un ángel que aprovecha sus virtudes—
Replico el pequeño con un extraño tono de suspicacia… los ojos miel se tornaron
un tanto más pequeños y dominantes.
—Dominar no es un “don”, es una maldición
para alguien que no sabe lo que quiere— Sentenciaba otra vez esa voz
varonil y otra vez alrededor no había nadie más.
—Vaya que sigues insistiendo con lo mismo… pues,
ahora si estoy realmente seguro de que conseguí a mi “hermano mayor”— Respondía
con voz de tranquilidad el pequeño haciendo énfasis en las comillas con sus
dedos…
—¿Hermano mayor o tu juguete?—
—¡Ya basta!!!— El pequeño alzo la voz
levantándose bruscamente y mirando directamente al muñeco de al frente suyo,
dejando las manos cerradas sobre la mesa…
—Sorrento no va a regresar, incluso ni tu
amigo de cuarto grado Ángelus, ni Milo el maestro de sexto, ni Sarah y menos
Dominic, ni todos ellos se parecen a Sorrento, lo peor de todo es que lo sabes
¿O me equivoco?— Era razonable lo que decía con voz cuidadosa Cheescake,
si, Cheescake…
—No… pero esta vez sí quiero hacer las cosas
bien— Musito el castaño claro.
—No me gusta que me digas que no sé lo que
quiero, porque si sé perfectamente lo que yo quiero…— Dejo en claro aquello
el pequeño, regresando a su asiento.
—Por otro lado esta José Luis… se comporta
muy bien conmigo…— Rio dulzonamente volviendo a tornarse dulce…
—¿Qué pasa con él?, di la verdad… a estas
alturas ¿Para qué omitir información?— La voz elegante y profunda aún
resonaba el lugar…
—Ese imbécil cree que no sé lo que trama… se
comporta tan dulce conmigo ¿Acaso cree que soy estúpido? Teniendo una novia
como Mi Lu, busca donde no hay— Resoplo como desintoxicándose de tantas
caretas de amabilidad y moe, tomando un sorbo de su delicioso té que humeaba
deliciosamente aroma a miel, limón y canela.
—Mi Lu… (?)—
—Sí, ella es una de las estudiantes más
sobresalientes, además de ser hermosa es brigadier mayor en premilitar de último
año— En particular, así era, ella era una chica esbelta, un tanto más baja
que José Luis, ojos marrones y melena lisa natural y larga… también es temida
por ser una de los instructores de premilitar más eficientes y disciplinarios.
—Ten cuidado de él entonces…— Al terminar
la frase se escucho el estruendo de una risa, voz divertida y aniñada…
—Que se cuide mejor de mi…—Ale sugirió y sonrió
brillantemente tomando otro sorbo de té en esa tacita blanca con un dibujo
elegante de una orquídea sutilmente morada…
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Ale había “sufrido” especie de trauma al perder a su
amigo Sorrento en segundo grado de escuela… se llevaban muy bien y aunque en
ese entonces Ale no se dio cuenta de que lo que sentía por el pelinegro era
amor y ansiedad… era muy pequeño para entenderlo y sentenciarlo.
-Recuerdo-
—Tú no me vas a dejar… seré tu hermano mayor,
eres muy chiquito y todos te quieren atropellar por eso— Sorrento, el niño
cabellos negros un tanto largos de ocho años le hablaba firmemente a un Ale
lloroso de siete años y medio, tirado en el suelo a plena hora del recreo
mientras niños y niñas muy grandes jugaban a la pelota y pasaban alrededor…
—Sí, g-gracias—
Una tierna y rosada mano era
estrechada por otra mano un poquito más grande. Mientras todo se volvía algo
más dulce.
Todos los niños tienen algo en común…
confianza e inocencia, hasta que se demuestre lo contrario.
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—¿Por qué me besas en los labios? Eso es
asqueroso…— Debajo de la frazada azul con carros rojos musita el pequeño
Ale a Sorrento, quien tiene su misma edad pero es alto y como los padres de Ale
casi nunca están en casa, “disfruta” haciéndole compañía al más pequeño “haciendo
la tarea” juntos.
—Es divertido hacerlo y siento cosquillas…
¿Tu no?— Lo abraza aún más en la cama.
—Pues, si… pero siento como un vacío, no lo
sé…— El ojimiel hace un puchero tras sentir el toque de avaricia por parte
de su “hermano mayor” sobre su piel…
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Lunes, y aunque para muchos niños los lunes son lo
peor, para Ale los lunes eran geniales ya que podía ver a Sorrento. Todos
estaban en sus asientos en aquella aula mientras la maestra Asura se limaba las
uñas, era extraño, se decía el pequeño castaño claro con el uniforme de camisa
blanca y short azul. Desde el martes de la semana pasada su “hermano mayor” no
asistía a clases. cuando de pronto entro una señora mayor alta con los cabellos
blancos salteados por negros recogidos en un moño cebolla, con mirada cansada y
falda larga rosa como una garza, no obstante todo estaba bien excepto cuando
hablo con pesar…
—Sorrento… Esta grave, está en el hospital
central…— Justo un latido estremeció al más pequeño de aquel radio a la
redonda…
¿Tristeza o miedo?
—¿Qué le paso a mi mejor alumno?— La
maestra se alteró un poco y aunque todos estuvieran dibujando, lanzando bolas
de papel y avioncitos el único atento a la situación era Alessandro…
—No sé qué tiene mi pequeño niño…— Sollozo
la mujer mayor temblando como gelatina… Pero en realidad su esposo le ocultaba
lo que le estaba sucediendo realmente a su niño.
—No se preocupe como su maestra no le quitare
puntos ni nada de la boleta, preocúpese ahora por su salud, por favor hágale
llegar nuestros buenos deseos…—
Un lloriqueo seco y más fuerte dejo estático el
ambiente escolar de niños inocentes escépticos de lo doloroso y peligroso que
puede ser un niño enfermo…
—No sé si va a volver…— Aquella mujer
sucumbió de rodillas al suelo como el hermético sentimiento de angustia de Ale…
—¡¿No va a venir otra vez?!!!— El castaño
muy claro se levantó y fue hacia la señora…
—¡Quiero verlo!!!— Un capricho, un
berrinche, se pudo decir que de allí nació el caprichoso pero muy guardado ser
de Alessadro…
Nadie decía nada. Alessandro estaba rojo con sus ojos
humedecidos solo un tanto… niño furioso.
—Él… él llamaba a Ale, al pequeño Ale ¿E-eres
tú?— Se oyó un susurro femenino…
—¡Yo soy Ale!!!... ¡Y quiero verlo ahora!!!—
El grito de Ale inundo el salón de clases…
—Voy a tener que llamar a tus padres para ver
si te pueden dejar ir a ver a Sorrento—
La vida es corta y más para un niño de segundo grado…
“Con tu inocencia y tu belleza podrías tener todo lo
que quisieras, pero como eres tan lindo y bueno, yo te guiare… ya verás” Esas
palabra de hace ya tanto se oían tan… ahora.
“Sabes cuál sería mi deseo… que tú y yo siempre
estuviéramos juntos, te quiero Ale, y cuando seamos grandes, serás solo mío y
de nadie más” Esa sonrisa traviesa de hace años impactaba contra en presente de
Ale.
La maestra baja con rulos muy largos salió del salón
hacia la dirección en busca del permiso de los padres de Alessandro… Al
contestar la madre, como siempre estaba muy ocupada pero aun así dio permiso sí
lo podían ir a llevar y a traer… La maestra acepto temerosa y franca de que ese
fuese el último deseo del pequeño que estaba en cama, ver a su amigo, su
compañero… Pero como siempre, una conciencia limpia es el “alivio” de muchos en
otras palabras simples interés.
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La camioneta blanca al estacionarse hizo que el
corazón del ojimiel relampagueara de desesperación porque en su inocencia él
pensaba como lógica “no verlo nunca más”
es mucho tiempo y el que amaba los lunes solo por Sorrento ¡No era justo!
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Los pasillos de cerámicas verdes olivos relucientes
parecían burlarse del dolor de Alessandro y mientras que el más creía esto, más
fruncía su ceño y su corazón cada vez se encogía más.
Todos se detuvieron en medio de esa doble puerta de
madera clara con un cartel blanco con nombre: “Terapia intensiva” ¿Qué era eso?
Pues, eso era lo menos importante, ahora un señor con gorro azul cielo y
vestimenta con zapatos azul índigo veía con tono inerte a la mujer mayor, quien
al parecer era la madre de ese niño en peligro, el que conducía antes, era el
padre y la maestra de rulos oscuros sostenía a Alessandro, el niño que le
brotaban las lágrimas solas, sin pizca de sonido ni mueca…
Rápidamente el doctor comenzó a vestir al más
pequeñito con un gorro, una bata y zapatitos en conjunto de azules, a lo último
Ale solo se miraba sus manos con mucho determinación, el medico se dio cuenta
de que el niño podría sufrir un trauma pero en el otro lado de la balanza se
encontraba un niño agonizante con un último deseo y así seria, el hombre tomo
un envase con nombre “gel anti bacterial” y se lo esparció por las manitos
delicadas del menor…
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—Pasa— El hombre ojos grises, el doctor
le hizo una rápida seña a una enfermera para que le buscara un banquillo o algo
parecido para que estuviera a la altura del enfermo… Una vez que el menor subió
quedo perplejo es decir; Sorrento no tenía cabello se veía muy tierno pero muy
raro en los ojos miel, sus ojos eran pesados como con un sueño macabro, tenía
miles y miles de cables, una máquina que pitaba con deficiencia y otra que solo
parpadeaba un luz roja molesta, Sorrento parecía que ya no duraba mucho,
parecía… un robot.
—Pareces un robot Sorren— Sonrió con
dulzura Ale
—S-sí, perdón por no estar para cuidarte… ni
siquiera me puedo parar de aquí— Con pesar pero con fuerza interior
Sorrento con sus ojitos achinados negros con ojeras hablaba con firmeza, quería
demostrarle que él seguía siendo su hermano mayor.
—¿No me vas a cuidar más?— Ale estaba
demasiado aturdido, demasiado confundido, un niño de su edad no asimila todas
las emociones que estaba viviendo…
—Te amo Ale— Ese susurro inundo los
sentidos del más chiquito, acción que hizo entrada a la ¿rabia?
—¿No me vas a cuidar?— La dulzura de
Alessandro se ocultó por completo dejándolo en absoluto.
Silencio por varios minutos tras respiros pesados que
daba Sorrento…
—Lo siento— Sorrento se sintió mal…
—¡Levántate y se mi hermano mayor, lo
prometiste!!!—Ale no derramaba ni una lagrima.
—Di que me amas tanto como a ti…— Sonrió
con típica picardía Sorrento, pareció como si se hubiese mejorado en un
santiamén… Subió sus manitas y tomo una de las manos que Ale dejaba sobre la
cama, lentamente las subió envuelta y la beso.
—Dímelo— Con voz firme pero con ganas
sentencio.
—Te amo— Dijo Ale sesgadamente con dos
gotas salinas corriendo por ambas de sus sonrosadas y preocupadas mejillas… Sus
manitos entrelazadas reposaron en la cama.
—Te amo mucho— Hizo énfasis el castaño
claro con sus ojitos aguados y brillantes, reprimiendo torpemente sus lágrimas
transparentes como sus sentimientos.
—Cuando vayas para mi casa— Susurro
apenas entrecerrando los ojos… —Toma a
Cheescake y…— La voz de Sorrento en susurro, se iba apagando como vela de
cumpleaños, rápidamente eso hizo que Ale se le acelerara el corazón de un
miedo, para él, incoherente…
—Cuida a Cheescake… se su hermano mayor… ¿Si?—
Musito pobre… ya con los ojos cerrados a una oscuridad irremediable que lo
halaba hacia alguna parte, mientras el pitico se iba siendo más y más
fastidioso…
—¡Sí!!!— Junto a ese “sí” adorable,
alguien tomo de los brazos al pequeño para alejarlo y sacarlo, para que luego muchas
personas vestidas de azul rodearan a Sorrento con desesperación…
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El niño tenía cáncer terminal, esos cánceres que son
rápidos y no tan crueles…
El único amor y capricho de Alessandro era Sorrento,
convirtiéndose con el tiempo en busca de un “hermano mayor” que no pudiera
vivir sin él y viceversa.
-Fin del recuerdo-
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T______T es una bellisima historia me hiciste llorar !!!!!
ResponderEliminarBueno, muchas gracias por leerla y me emociona que una mangaka me haya dejado su coment, TuT 'toy muy feliz kyaaa!!! *w*
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