Brillos

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Capítulo VI: Livin' in a World Without You



Capítulo VI
Livin' in a World Without You

Es difícil creer que esto esté pasando
 
Paralizaste mi cuerpo con un beso envenenado
 
Por 40 días i noches estuve encadenado a tu cama
 
Pensaste que era el fin de la historia
 
Entonces algo en mi interior me dijo que mi libertad estaba viva
 
Viviendo en un mundo sin ti
 
Tú dijiste: cariño, sin mi tú no eres nada
 
Me enseñaste a mirar con tus ojos, me alimentabas con tus dulces mentiras
 
De repente alguien estaba ahí en la ventana
 
Mirando afuera a un cielo que nunca ha sido azul
 
oh oh oh oh ahi hay un mundo sin ti
Veo la luz
Viviendo en un mundo sin ti
oh oh oh oh ahi hay esperanza que me guía
Sobreviviré
Viviendo en un mundo sin ti
Es difícil creer que esto esté pasando
Paralizaste mi cuerpo con un beso envenenado
Por 40 días i noches estuve encadenado a tu cama
 
Pensaste que era el fin de la historia
 
Entonces algo en mi interior me dijo que mi libertad estaba viva
 
Viviendo en un mundo sin ti
 
Estuvimos juntos, entonces me echaste por placer
 
Me usaste, una vez y otra vez, abusando de mí, confundiéndome
 
De repente desnudo corro a través de tu jardín
 
Atravesando las puertas del pasado.

Livin’ in a world without you – The rasmus~

Presente…

      Estaba con una cesta de ropa sucia pasando por los cuartos para ir a la lavar, entre en él cuarto donde dormíamos Angelo y yo para buscar, cuando me acorde que en la oficina había un saco para aprovechar lavarlo.
     Entre y no estaba, de seguro que estaría en el suelo tras el escritorio. Lo encontré pero también vi un pendrive negro de 32 gb con mi nombre escrito en el.

     Lo introduje en la laptop y espere a que se cargara, cuando vi que solo tenía un archivo de video “Gil&Gabriel”.

     Tal parecía que era yo, sonriéndole a mi amigo Gil para montármele en las piernas y besarlo. Lo adelante y escuche muchos gemidos de mí al parecer al ser embestido por mi amigo castaño ojos azules.

—Q-qué… qué es esto

     Quite el dispositivo de entrada y salí con el cesto de ropa sucia.

—Yo no soy él— Murmure.

    Esto era horrible.

     Llego la noche y la señora Evencia se despedía de mí ya tarde de la noche, ya que los fines de semana ella se iba a su casa. Me quede en el cuarto esperando a que los bebes se durmieran porque se habían levantado.

     Baje las escaleras para salir a la entrada, necesitaba comunicarme con Angelo y ya iban como 8 días que ni lo veía. Justo vi al escolta asiático alto.

—¿Qué hace afuera?— Él alto cabello negro cual azabache alzaba una ceja.

—Angelo por favor, comunícame con Angelo ¡Es urgente!

—Está bien señor, pero no se altere, vamos a entrar y hablar mejor

     Lee, el escolta, saco de su bolsillo un celular negro algo antiguo y marco.

—El señor Gabriel me solicito hablar con el señor Angelo… ok— Justo tranco la comunicación.

—No se preocupe él lo llamara

     No paso mucho tiempo cuando sonó el celular y se lo quite de las manos a Lee.

—¿Alo?

—¿Qué pasa Gabriel?— Estaba como fastidiado.

—Yo no lo hice… ¡Lo juro! Ni siquiera sé si ese soy yo ¡No lo entiendo, vale!

—¡Hey! Cálmate ¿De qué me hablas?

—De ese video, el que está en un pendrive con el nombre de Gil y mío, jamás tuve nada con él

—Oh, si… ese video. No te preocupes. Gil me lo envió cuando nos acabábamos de casar así que por mis mismos medio les hice el examen de paternidad a los niños y aparecí como padre biológico y me tranquilice. Lo que me molesto es que te acostaste con él sin tanto problema y conmigo si lo había siempre

—Yo… yo era virgen y lo sabes. En ese tiempo por muchas ganas que vieses tenido jamás me obligaste a nada

—Estoy ocupado

—Dudaste de mi… yo no lo hice

     Escuche el pito de que me había colgado.

      Ya yo no tenía valor para él.

     Fui a la cocina y vi el cuchillo puntiagudo que brillo con la luz.

     ¡No! Después mis hijos quedarían solos.    

     Llore hasta el amanecer.
.
.
.

     Era domingo e iríamos a la pequeña piscina inflable que les encargue a los escoltas. Puse música en la radio y la comida en la mesa, estábamos en el patio trasero.

      Me divertí mucho con los bebes, entramos a las 9 de la mañana y ya era hora de almuerzo, nos sentamos en la mesa, ellos en sus sillitas altas. Comimos la ensalada de papas junto el pollo y la carne a la parrilla que había preparado desde temprano con refresco.

—¡Papá!— Ambos gemelos gritaron al unísono.

     Voltee y venia Angelo con unas bermudas verde militar que dejaba apreciar su blanca piel con algunas zonas velludas castañas claras.

     Baje a los dos y fueron corriendo a abrazar a su padre.

     No le hable en toda la tarde, los bebes estaban demasiados emocionados para salirse de la piscina pero ya eran las 5.

      Los dos lloraron pero los bañe, les unte jabón los enjuagué con la manguera del jardín. Les di una paleta de caramelo de patilla para que dejaran de llorar. Los seque y les coloque crema para ponerles su camisita y pasarlos, todo sin ayuda de Angelo que tomaba cerveza con sus escoltas.

      Los bebes estaban tan cansados que apenas tocaron sus camas se durmieron. Cuando sentí como alguien me tomaba por la cintura y me mecía.

—Estas ebrio— Suspire percibiendo su aroma.

—Y tu estas precioso— Sonreí tristemente.

      Salimos así para nuestro cuarto, abrí la ventana y el castaño seguía abrazándome desde atrás.

—Ahora supongo que quieres sexo y si yo no quiero de igual lo vas a hacer— Sentí como se irguió.

—Quizás como no dure tanto, de igual me vas a golpear para que yo me tranquilice y así puedas seguir con tu orgasmo

     No me respondía…

—No puedo rendirme Angelo… si en esta situación no viese tenido a los bebes pues, me viese encerrado en el baño para cortarme las venas

—Ya cállate Gabriel, no quiero golpearte de nuevo— Escuche tras de mí.

—Soy una basura, pero soy tu basura sin valor ¿no?

      Vi cómo se alejaba de mí y buscaba ropa para vestirse dejando una botella casi completa de cacique en la peinadora.

—¿Por qué te vas?

—Porque si me quedo soy capaz de matarte a golpes

     Me dio miedo y un escalofrió me recorrió la columna. Me rodé hasta el suelo y tome mis dos rodillas para abrazarlas y mirar cómo se arreglaba.

—Angelo ¿Qué podemos hacer para que todo vuelva a ser igual o un poquito parecido a lo de antes?

—Te amo Gabriel… pero tengo que tenerte aquí, si te ven podrías pasarla peor. Tienes razón, soy una bestia

—¿A qué te refieres?

—Tengo demasiados enemigos, si no te viese encerrado ya estuvieras muerto junto con los bebes además que no tengo la  paciencia de andar pendiente de donde estarías o con quien te la pasarías

      Arrugue mi rostro lleno de tristeza.

—Si ¡estás viviendo con uno de los asesinos mejores pagados de Latinoamérica!

     Lágrimas y más lágrimas.

—Sí, soy yo… el padre de tus hijos, ese novio tuyo que tuviste en Rusia

—No… ¡no!— Me tape los oídos.

—Prefiero mil veces que me odies a que te vea muerto así como mataron a mi hermano menor apenas tome el trabajo de mi tío para reunir y poder enviarte dinero

—Eres un monstruo

      ¿La tierra estaba temblando? No, era mi cuerpo que temblaba.

—Te amo— Escuche y le mire con recelo su rostro.

—No, no te acerques… no me hagas más daño

—¡Maldita sea, te amo!

—No más… y-yo nunca te hice algo malo, yo solo te quise y más nada

—¡Demonios!

       Estaba ebrio y molesto. El castaño ojos verdes se agarraba del pelo y solo estaba gruñendo pero todo cambio en cuestión de segundos.

—Perdóname… perdóname… no sé cómo salir solo necesito estar fuerte para protegerlos— Él…

     Mis ojos estaban empapados y atónito viendo como Angelo perdía los estribos. Justo cayo de rodillas frente a mí, y yo solo me moví para acercármelo y abrazarlo fuerte.

      “Perdóname”… escuchar esa palabra me era doloroso.

     Así paso una hora quizás, ambos estábamos en el suelo, él sobre mi regazo mientras yo lo acariciaba, él guardaba sus lágrimas porque podía sentí su angustia como cuando predecimos una tormenta.

—Yo… yo ya no quiero estar enjaulado. Quiero salir, los bebes necesitan salir

—¡No! no van a salir

    Su mano ejerciendo fuerza en mi quijada me alentó a empujarlo y salir corriendo.

       Cerré la puerta de la habitación y lo mire desde arriba. Angelo se levantaba y cuando me vio comenzó a reírse pero él no sabía que yo tenía un plan.

      Mi mente solo arrojaba ese tintineo de salir de esa casa con urgencia.

—Tengo g-ganas de que me toques… duro— Dije sin mirarlo y colocando mis manos atrás.

     Vi como sus ojos brillaban al verme subir la camisa, vaya que yo estaba delgado, jamás había sido tan delgado.

—Pues prepárate precioso— Se relamió los labios y me tomo de la caderas para inclinarse y besarme como si no hubiese mañana.

      Me llevo a la cama y antes de que me acostara, lo senté yo y me comencé a desvestir por completo mientras que veía como crecía su erección en sus pantalones, busque la botella de cacique que aún le quedaba licor y me le senté de caballo en una de sus piernas.

      Le di un sorbo a la botella y sus manos ya estaban recorriendo mi cuerpo, para hacerme reaccionar.

      Su gran mano comenzó a masturbarme, gemí como nunca y aproveche para darle de tomar la botella, se la bebía como agua.

     Se quitó los pantalones y la camisa, se sentó y me coloque encima suyo mientras nos restregamos nuestro miembros.

—Ah, ah… ¡Oh!!!— Arrugue mi rostro en signo de dolor ya que sus dedos entraban en mí, el mismo había ensalivado sus dedos.

—Te voy a coger tan fuerte que creo que ambos perderemos la conciencia

—No… con cuidado amor— Le di a beber más licor.

       Grite cuando entro completamente en mí, me subí con dolor y me embestí contra suyo una y otra vez, su rostro era de placer, tome su cara en mis manos y lo bese. Yo amaba tanto a Angelo pero nada de nuestra relación era sana ya que sus golpes, gritos y su trabajo eran cosas tan enfermizas que terminarían muy mal.

—¡hugh! Tan bueno…

     Le di a beber más y así estuvimos mucho cuando me agarro duro en mis caderas y comenzó a moverse irregularmente.

—Ah… delicioso— Dije entredientes perdido en placer, Angelo se corría dentro de mí y yo en su mano.

      Me baje de él y nos acostamos, mi esposo cayo rendido a los minutos de estar tocando mi trasero mientras que yo le besaba el cuello.

      Me baje con cuidado de la cama.

—Te amo— Susurre.

      Corrí dificultosamente a la ducha, al terminar tome un bolso negro y lo abrí con cuidado; metí dos camisas, un pantalón más ropa interior con desodorante y papeles míos y de los bebes.

      Abrí la parte de su closet y encontré dos pacas de dinero, gran parte la guarde en mis bolsillos, en mis zapatos, medias y la otra en el morral fue cuando vi las llaves de su auto en su mesita de noche.

     Busque a mis hijos, metí varias camisas cómodas con sus dos pantalones y cargue la pañalera con sus cositas, los cargue como pude y comencé a bajar las escaleras muy despacio, estaba seguro que no había nadie ya que eran las 12 de la noche y los vigilantes siempre estaban más tranquilos por mi parte cuando Angelo llegaba a casa.

     Baje a Daniel dormido al suelo para abrir la puerta de la casa. Luego lo volví a cargar. Justo a un lado estaba el auto negro de Angelo me le acerque lo más que pude y presione el botón cuando escuche el ruido que hacen los autos cuando los abren, metí rápidamente a los bebe atrás. Me monte yo y puse marcha hacia el portón, pite dos veces imitando lo que siempre hacia Angelo al salir y justo abrieron el portón, cuando iba un poco lejos pise la chola. 

      ¿A dónde iba a ir?

     ¿A quién recurriría?

       Se me vino a la mente Gil…

       Solo necesitaba entrar a mi correo y enviarle un mensaje para que me ayudara. Ya había pasado como media hora en carretera cuando le pite a un taxista en un viejo auto Malibu azul, para mi suerte se detuvo.

—¿Señor, me puede llevar al centro, por favor?— Vi como el señor canoso arrugaba el rostro.

—Le pagare el triple o más— Hable serenamente con una sonrisa.

      Nos orillamos a la carretera y le dije que me ayudara a subir las cosas a su auto.

     El paso el bolso y la pañalera mientras que yo subí a mis bebes dormidos.

 —¿No va a cerrar su carro?— Percibí curiosidad, cosa mala para mí. Sonreí.

—Cierto, luego mi… esposa me mata por dejarle el carro así, es que el motor esta malo y se quedó sin gasolina

        Cuando arranco ese carro no pude evitar suspirar y tranquilizarme solo un poco.

—¿No conoce un hotel cerca?

.
.
.
~Continuara…


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Maid caritas De: Pervert Mind

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