Capítulo IV
Monster ♫
¿Cuántas veces debo quedar
devastado?
Agonizo ante ello y me vuelvo
resentido
Aunque sepa cómo va a terminar no
puedo renunciar a ti
Te robo una mirada, pretendiendo
que me miro al espejo
Esta imagen se vuelve ridícula…
Tal vez debería renunciar a ti
¿Cuántas veces he tenido esta
inquietud?
Just like that! No te dejes
atrapar, soy peligroso
Just
like that! Más que una bestia hambrienta
Just
like that! Tan
solo soy un tonto, desesperanzado, sediento, ansioso y ciego
Ni siquiera sé cuándo empezó
Just like that! Quede
atrapado
Just
like that! No
mal intérpretes,
Cuando te veo soy tan solo un
tonto, sediento, ansioso y ciego
No importa cuánto patee, grite y
llore
Mi corazón dolido y solo, aun me
lastima
Vi tus ojos vibrar
Sé que no es por mí, siempre ha
sido así
Dime con tus labios rojos que es
molesto
…
Cuando pase la noche,
Seré capaz de olvidarte
No sé nada en este momento,
Quiero olvidar aunque me golpee la
cara
Cuando pase la noche,
Seré capaz de borrarte
¿Qué es todo esto?
Estos sentimientos mezclados y aun
así te sigo
Esta imagen se vuelve ridícula…
Tal vez debería renunciar a ti
¿Cuántas veces he tenido esta
inquietud?
Just like that! No te dejes
atrapar, soy peligroso
Just
like that! Más que una bestia hambrienta
Just
like that! Tan
solo soy un tonto, desesperanzado, sediento, ansioso y ciego
Ni siquiera sé cuándo empezó
Just like that! Quede
atrapado
Just
like that! No
mal intérpretes,
Cuando te veo soy tan solo un
tonto, sediento, ansioso y ciego
Monster / Super Junior~
Presente…
Estaba en la cocina, picando vegetales
mientras los bebes jugaban en una esquina con un peluche de conejo que hacia
movimientos junto con un libro infantil que hablaba.
—Cof,
cof, cof— Tosí.
—Deberías
de tomar vitamina c por si te quiere dar gripe—
Vibré un poco ante la voz de Angelo… ¿Qué
hacia un lunes en la mañana? Mire el reloj de la pared y eran las 10.
—¿Y
eso?—
Seguí picando el ocumo blanco.
—Vivo
aquí, sin mencionar que soy tu esposo y el padre de los bebes—
Justo fue a abrazar a los niños de 2
años, quienes lo recibieron con sonrisas felices.
—De
igual no estás en los cumpleaños, fechas importantes o en casi todo el mes—
Mi tono fue bastante acusador.
—Estas
molesto porque no estuve en navidad o año nuevo, pero debes hacerte idea que
tengo un mald… trabajo— Su voz fría, siempre había sido
así pero sentía la calidez, no como ahora.
—Han
sido dos años seguidos, el primer año cuando podía salir de aquí, fui a
llevarte un regalo a tu oficina y descubrí que estabas en tu casa con tu novia—
—Vas
a comenzar…—
—Nos
escondes… no. Solo me escondes a mí—
Me levante para colocar a hervir las
verduras.
—Ok…
voy arriba y vuelvo para jugar con los bebes poderosos—
Dijo lo último jugando con los bebes.
—Oh,
y prepara un buen almuerzo—
¡Prepara tú mismo tu estúpido almuerzo!
—Está bien— Mis bebes venían hacia mi pidiendo agua, jamás gritaría
frente a ellos, jamás los asustaría.
.
.
.
Estaba haciendo las bolas de carne ya
aliñadas para las albóndigas…
—Mmm…
huele delicioso el sazonado de esas albóndigas—
Sentí como me abrazaba y me tomaba las caderas.
Estaba muy nervioso y tenso. Mi cuerpo y
yo...
—Así
que no me odias, solo me tienes miedo— Escuche y me erguí.
Una, dos, tres gotas de agua rodaron por
mis mejillas.
—No
amor, no llores. Si somos esposos es porque nos amamos ¿no crees?—
Escuche.
—Ma´,
Ma´—
Mis hijos nos rodearon, cargue a Nathaniel de braguita naranja y Angelo cargo
Daniel de braguita verde.
Sentí su mano en mi cintura y me acerco a
él.
—Ma´
está bien, no se preocupen mis bebes poderosos—
La sonrisa del rubio ojos verdosos que tenia se le veía muy linda.
—Papá
le dará un beso a Ma´ para que deje de llorar—
Y si, nos besamos de una manera tierna
frente a los bebes.
.
.
.
Teníamos mucho tiempo sin haber comido
los cuatro en la mesa del comedor tan pacíficamente y con algo de diversión
familiar, después limpiamos y allí nos fuimos al cuarto de Angelo y mío a ver
televisión (caricaturas) los cuatro. El castaño claro me tenía abrazado desde
atrás.
—Ya
se durmieron je je je—
Escuche tras una hora, asentí. Un beso
profundo de su parte me dejo indefenso, necesitaba este momento cálido, mis
brazos eran ligeramente sujetados por las manos de mi esposo a los lados de mi
cabeza. De repente me subía la camisa gris hasta las tetillas para besarlas y
lamerlas. Cuando escuchamos un ruido de Daniel, nos detuvimos pero Daniel
seguía durmiendo.
Me
tomo de la mano y me condujo al cuarto de huéspedes.
—Con
cuidado ah…— Le dije al acostarme y comenzó a
quitarme al ropa.
En un movimiento mi pierna rozo su
entrepierna abultada y me dieron ganas… una calor se apodero de mi cuerpo.
—Déjame
desabrochar tu pantalón—
Mis
sentidos estaban como nublado, él me sonrió como confirmación.
Le quite con dificultad sus jeans igual
que su ropa interior para dejar salir una erección que me incito en demasía. Lo
tome entre mis manos y lamí la punta, era muy grande para introducirlo en mi
boca, por eso siempre lo lamia y chupaba todo lo que podría entrar en mi
boca. Y allí estaba él acariciando mis
cabellos, también gruñendo de placer.
Se vino en mi boca, me trague gran parte
y luego el alzo mi quijada y me saboree los labios mirándolo directamente.
—Eres
demasiado…— Escuche para luego sentir su boca besando
salvajemente en la mía.
Ya me tenía debajo de él, yo le agarraba
los hombros para sentir nítidamente sus lamidas en mi cuello, sus toques por mi
cuerpo y su pierna hacia fricción con mi miembro duro expuesto.
—Estas
delgado… come un poco más, me gustaba cuando tenías más de dónde agarrar—
Me puso a babear su mano y así lo hice.
Esos dedos eran para dilatar mi orificio, después de un rato, yo mostré atisbos
de querer que los dedos profundizaran más. Ambas piernas las abrí y allí recibí
a un erguido miembro.
—Te
amo—
—Yo
también ¡Ah!... An-ge-lo ¡Ah!—
Y pronto llegaron esas olas de placer y
perversión.
—Amo
cuando gimes como una mujer ¡ugh! Nadie que te allá tratado p-pensaría que eres
así de bueno recibiendo—
Eso me ponía a mil, palabras que no me
gustaría escuchar jamás pero que en momentos así eran tan adecuadas.
—Ah,
ah, ah…—
El orgasmo de ese tipo, yo viniéndome en
su mano y él sacando su esencia caliente dentro de mí.
Al terminar mi mente solo me dio un
codazo, yo seguía siendo su pelele. Y me dormí.
Al despertar, tantee la cama y no encontré
nada más que oscuridad y soledad.
Con la sabana en la cintura prendí la luz
y comencé a vestirme. Salí al pasillo y entre a mi cuarto, estaban los bebes
viendo televisión y jugando en el suelo, cuando me vieron gritaron alegres y
tuve que, dolorosamente, cargarlos y darles un beso. Me fui al baño a llenar la
bañera amplia y allí me di cuenta que no había bañado a los niños porque
gritaban que querían bañarse conmigo, les dije que aguardaran. Luego de lavarme
en la ducha, llene la bañera, me coloque un paño fui al cuarto de los más
pequeños a buscar sus toallas.
—Mmm,
estas demasiado delgado come un poco más por favor—
Escuche en mi oído, cuando me tomo de la
cintura y comenzamos a besarnos en pleno pasillo.
—Me
iba a… bañar… con los bebes— Le dije dentro del beso.
—Mmm
yo que tenía ilusión de que solo te bañaras conmigo—
Me sonreí, hoy era uno de esos días en
que te sales de la pesadilla en que vives pero como dicen, solo pañitos de agua
tibia que a la larga no solucionan nada.
Seguimos al cuarto y ya los bebes estaban
desnudos, ambos nos reímos. Vi como mi esposo se quitaba la camisa azul pálido
y dejaba al descubierto su sexy torso, luego sus pantalones fue cuando mi deseo
creció e hice grandes esfuerzos para calmarme.
Los tres se sumergieron en la bañera y
sorprendentemente había suficiente espacio para que los niños jugaran con sus
patitos de hule.
Fue la escena más linda que allá visto
jamás y solo me ocupe de lavarlos con una esponja amarilla y espumosa olor a
pie de coco.
.
.
.
Al siguiente día en la mañana, amanecimos
los cuatro en la cama. Me levante a las 7 am. Se me hizo raro que Angelo aun
estuviera porque siempre estaba en la puerta de la casa a las 6 para ir a
trabajar y eso dependía de esos turnos que jamás tuvo la consideración de
explicar.
Amase pequeñas arepas pera freírlas, cosa
que siempre las hacia asadas. Cuando salieron las cuatro primeras de la sartén,
tome tres y comencé a quitarles el corazón y dejarlas en dos pequeños platos
hondos con caritas felices para echarle mantequilla. Mientras licue la pulpa
que había extraído de una guanábana no hace mucho. Comencé a dejar en un plato
jamón y queso blanco en tiras, tenía hambre quizás por eso había hecho fritas
las arepas.
—Aquí
están los súper bebes— Escuche y al voltear vi a Angelo que
colocaba en sus respectivas sillitas en la isla de la cocina a ambos niños con
cabellos brujitos.
—Buenos
días—
Sonríe hacia mis hijos.
Pero mi risa resbalo cuando vi que Angelo
estaba muy bien arreglado para su trabajo, con esa corbata negra de puntos
diminutos blancos con esa aura de “rápido”.
Deje los platicos y los vasos especiales
anti derrame de los bebes en sus sillas y me senté a comer.
—Yo solo
tomare café, estoy retrasado—
Justo se sirvió el café de la cafetera y
salió de la cocina pero rumbo a la oficina de la casa.
Tin- Tin-Tin… Busque aquella campanilla
molesta y era el celular negro del castaño.
Lo agarre y pensé en ir a dárselo pero
justo mire quien llamaba…
“Esposa Emily”.
—…—
Solo apreté el botón de aceptar llamada y me quede callado.
—Amor
te he estado esperando, tuve que ir sola a la cenar con mis amigas… ¿Alo?—
—Buenos
días, señor—
Temblé casi dejando caer el celular y
tranque la llamada. Mire y era Evencia, la señora que ayudaba con la limpieza.
—Cuida
a los bebe, ya vengo—
Entre soplado a la oficina que quedaba
cerca de la puerta de entrada. Mire como Angelo tecleaba rápidamente su laptop
blanca justo le arroje con todas las fuerzas su celular táctil, le rozo la
cara.
El aparato choco contra la pared
estrepitosamente.
—¿Qué
demonios? ¿Qué era eso Gabriel?— Se levantó buscando
el suelo.
—¿Mi
celular?— Su rostro se tornó frio y cruel, me miro con rabia
pero de igual yo estaba obstinado.
—¡Déjame
en paz!!! ¡Vete con ella y déjame en paz!— Grite.
Plaff… Ese era un golpe que me daba en la
cara y otro más al caer yo al suelo.
—¿Ahora
enloqueciste? maldito loco— Me dijo tomándome de los cabellos
y levantándome a la fuerza.
Plaff… Ese golpe fue mi cabeza contra la
pared.
—¡Te
odio! ¡Suéltame, suéltame!— Gritaba con la poca voz que me
quedaba.
—Sé
lo que te voy a hacer para que me respetes y sepas que debes obedecerme—
Me jalo del pelo hasta el escritorio, pego
mi cabeza sin compasión de la mesa del escritorio y alejando los papeles se
colocó tras de mi tocando mi trasero, me estremecí porque sabía lo me iba a
hacer.
Me beso de manera babosa la mejilla y me
quito mis pantalones rústicamente, yo me movía brusco a ver si me podría
soltarme pero él con sus golpes no me dejaban.
—¡No!—
Grite con un hilo agudo y doloroso de voz.
—Sí,
abre un poco más para meterlo mejor— Él era una bestia.
—¡Ah!!!—
Me prive del inmenso dolor, en el primer
intento no pudo ni en el segundo pero en el tercer intento lo introdujo.
—Oh…
así-si— Escuche a lo lejos, ya no lo soportaba.
A los minutos de tantas embestidas se vino
en mí, haciéndome sentir un ardor espantoso, salió rápido de mí y caí de
rodillas.
Había sangre y semen por el suelo mientras yo
temblaba con el rostro empapado de lágrimas amargas.
—Ojala
mi celular tenga arreglo al menos para recuperar mis contactos, iré al baño y
me voy. Oh, y limpia este desorden—
Vi cómo se alejaba pero necesitaba decirle
esas palabras, ya todo el maltrato me hacía sentir la peor basura.
Tome como pude los pantalones y me los
coloque, mi rostro se arrugaba demasiado, era muy doloroso y los golpes que me
había dado solo me hacían marear. Fui arrastrándome directamente a la puerta
principal que quedaba casi al frente, me quede allí y escuche como venían de la
sala Angelo junto a dos escoltas que siempre andaban con él. Me coloque en la
puerta.
—Apártate—
Su voz fría…
—S-solo
quiero pedirte algo— Dije con las fuerzas que me quedaban.
—Ok,
dime qué quieres— Se llevó las manos a su rostro, que
por cierto que se había afeitado.
—Quiero
el divorcio, quiero que esto se acabe ¡Maldito imbécil!—
Grite con todas mis fuerzas.
Plaff… Yo estaba estampado contra la pared
por un manotazo que me había enviado mi esposo.
—Puedo
aguantar, soy un hombre— Susurre para darme ánimo.
—¿Qué
dijiste? ¡Contesta!!!—
Me estremeció.
—¡Puedo
aguantar tus coñazos porque soy hombre!—
Plaff… Yo al suelo.
—Sí,
eres el hombre que me aguanta cada noche como una marica—
Eso dolió.
De pronto comencé a vomitar sangre de a
poco, alternando mis sollozos.
—¿Ma’?—
Daniel se dirigía hacia la puerta pero
gatee con todas mis fuerzas hacia la oficina, no quería que me viera en ese
estado y se asustara. Cuando iba a cruzar la puerta de la oficina…
—Lo
siento, vamos al cuarto. No dejare que los bebes te vean este estado—
Angelo me cargaba y sentí un enorme mareo que hizo que me desmayara.
.
.
.
Desperté y extrañamente tenía puesto un
pijama suave y no había rastros de sangre por mi cuerpo que se sentía pesado y
adolorido.
Me levante y fui a la peinadora, estaba
algo hinchado y mi labio estaba roto.
Justo vi una nota amarilla en el espejo.
“No podía quedarme a cuidarte, salí a
trabajar. Te lave y cure las heridas si sigues con nauseas hay medicamento en
la mesa de noche. Lo siento pero si vuelves a mencionar la palabra divorcio,
soy capaz de quebrarte ambas piernas y allí no podrás ni dar un paso sin que yo
me entere –Att Angelo”.
~Continuara…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Maid Comentario n.n